Es uno de esos libros con los que más me he reído, una historia que si ta lees en vacaciones, cuando no tienes absolutamente nada que hacer, te envuelve en ella y solo quieres leer, reír, leer, reír y así hasta que se acaba el libro, cosa que nunca quieres, pero, los libros son así, como las historias de la vida, comienzan, y por regla general, siempre terminan.
Hoy en un plano más personal, que también para eso está este blog, que no todo va a ser levantar pesas y correr como Forest, o es uno de esos días en lo que hay historias que terminan, aunque en esta ocasión la historia termina súper bien, es un historia que comenzó súper bien, continuo bien y mal, en función de los días y momentos de la vida, y que por suerte, termina entre dos personas que si amaron para siempre pero que ese siempre terminó en una gran amistad.
Probablemente no todo el mundo lo entienda, o no todo el mundo lo comparta, pero que bonito es poder hablar y compartir momentos sin ninguna tensión DE NADA con aquella persona con la que comenzaste un día a vivir y que por circunstancias, momentos y como no, formas diferentes de ser y de ver la vida, tuvo que acabar, pero como digo, con un final más que feliz.
El título del post no le hace justicia, porque no, no es gente que viene y bah, si no personas que vienen para quedarse, no de la manera que pensamos al inicio de esta historia, pero personas que si cuidamos y valoramos como de verdad tienen que ser valoradas, siempre estarán ahí.
Hoy es de esos días en los que el corazón se vuelve a «desquebrajar» un poquito, pero no por nada, si no por lo que fue y no pudo ser, aunque estoy seguro que ambos ganamos algo que casi nunca tuvimos, un amigo de VERDAD.
César Millán.
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